CUIDEMOS NUESTRO PLANETA

domingo, 8 de mayo de 2011

Carta de la Ecopedagogía

Carta de la Ecopedagogía.

En defensa de una pedagogía de la tierra.
1. Nuestra Madre Tierra es un organismo vivo y en evolución. Lo que se le haga a ella repercutirá en todos sus hijos. Ella requiere de nosotros una conciencia y una ciudadanía planetarias, esto es, el reconocimiento de que somos parte de la Tierra y de que podemos perecer con su destrucción o podemos vivir con ella en armonía, participando de su devenir.
2. El cambio del paradigma economicista es condición necesaria para establecer un desarrollo con justicia y equidad. Para ser sustentable, el desarrollo requiere ser económicamente factible, ecológicamente apropiado, socialmente justo, culturalmente equitativo, respetuoso, sin discriminación. El bienestar no puede ser solo social; debe ser también sociocósmico.
3. La sustentabilidad económica y preservación del medio ambiente dependen también de una conciencia ecológica, y ésta depende de la educación. La sustentabilidad debe ser un principio interdisciplinario reorientador de la educación, del planeamiento escolar, de los sistemas de enseñanza y de los proyectos político pedagógicos de la escuela. Los objetivos y contenidos curriculares deben ser significativos para la población estudiantil y también para la salud del planeta.
4. La ecopedagogía, fundada en la conciencia de que pertenencemos a la única comunidad de vida, desarrolla la solidaridad y la ciudadanía planetarias. La ciudadanía planetaria supone el reconocimiento y la práctica de la planetariedad, es decir tratar al planeta como un ser vivo e inteligente. La planetariedad debe llevarnos a sentir y vivir nuestra cotidianeidad en conexión con el universo y en relación armónica con nosotros mismos, con los demás seres del planeta y con la naturaleza, considerando sus elementos y su dinámica. Se trata de una opción de vida por una relación saludable y equilibrada con el contexto, consigo mismo, con los otros, con el ambiente más próximo y con los demás ambientes.
5. A partir de la problemática ambiental vivida cotidianamente por las personas en los grupos y espacios de convivencia y en la búsqueda humana de la felicidad, se procesa la conciencia ecológica y se opera el cambio de mentalidad. La vida cotidiana es el lugar donde cobra sentido la pedagogía, puesto que la condición humana pasa inexorablemente por ella. La ecopedagógía implica un cambio radical de mentalidad en relación con la calidad de vida y con su medio ambiente, que están directamente ligados al tipo de convivencia que mantenemos con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza.
6. La ecopedagogía no se dirige solo a los educadores sino a todos los ciudadanos del planeta. Ella está ligada al proyecto utópico del cambio de las relaciones humanas, sociales y ambientales, promoviendo la educación sustentable (ecoeducación) y ambiental con base en el pensamiento crítico e innovador en sus modalidades formal, no formal e informal, teniendo como propósito la conformación de ciudadanos con conciencia local y planetaria, capaces de valorar la autodeterminación de los pueblos y la soberanía de las naciones.
7. Las exigencias de la sociedad planetaria deben ser trabajadas pedagógicamente a partir de la vida cotidiana, de la subjetividad, es decir, a partir de las necesidades e intereses de las personas. Educar para la ciudadanía planetaria supone el desarrollo de nuevas capacidades tales como sentir, intuir, vibrar emocionalmente, imaginar, inventar, crear y recrear, relacionar e interconectarse, autoorganizarse, informarse, comunicarse, expresar, localizar, procesar y utilizar la inmensa información de la aldea global; buscar causas y prever consecuencias, criticar, evaluar, sistematizar y tomar decisiones. Tales capacidades deben llevar a las personas a actuar metódicamente, con un enfoque totalizador y transdisciplinario.
8. La ecopedagogía tiene por finalidad reeducar la mirada de las personas, es decir desarrollar la actitud de observar y evitar la presencia de agresiones al medio ambiente y a los seres vivos, así como el desperdicio, la contaminación sonora, visual, la contaminaciñón del agua y del aire, etc., para intervenir en el mundo en el sentido de reeducar al habitante del planeta y revertir la cultura de lo descartable. Experiencias cotidianas aparentemente insignificantes como una corriente de aire, un ritmo respiratorio, el agua de la mañana en el rostro, fundamentan las relaciones con uno mismo y con el mundo. La toma de conciencia de esta realidad es profundamente formativa. El medio ambiente forma en tanto y en cuanto él es formado o deformado. Requerimos de una ecoformación para recuperar la conciencia de esas experiencias cotidianas. En el ansia de dominar el mundo, tales experiencias corren el riesgo de desaparecer de nuestro campo de conciencia si la relación que nos liga al medio fuera solo una relación de uso.
9. Una educación para la ciudadanía planetaria tiene como finalidad la construcción de una cultura de sustentabilidad, es decir, una biocultura, una cultura de vida, de la convivencia armónica entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza. La cultura de la sustentabilidad debe llevarnos a saber seleccionar lo que es realmente sustentable en nuestras vidas en contacto con la vida de los demás. Solo así seremos cómplices en los procesos de promoción de la vida y caminaremos on un sentido. Caminar con un sentido significa dar sentido a lo que hacemos, compartir sentidos, impregnar de sentido las prácticas de la vida cotidiana y comprender el sinsentido de muchas otras prácticas que abierta o solapadamente tratan de imponerse o sobreponerse a nuestras vidas cotidianamente.
10. La ecopedagogía propone una nueva forma de gobernabilidad ante la ingobernabilidad del gigantismo de los sistemas de enseñanza, proponiendo una descentralizacióny una racionalidad basadas en la acción comunicativa, en la gestión democrática, en la autonomía, en la participación, en la ética y en la diversidad cultural. Entendida de esa forma, la ecopedagogía se presenta como una nueva pedagogía de los derechos planetarios, impulsando el rescate de la cultura y de la sabiduría popular. La ecopedagogía desarrolla la capacidad de deslumbramiento y de reverencia ante la complejidad del mundo, así como la vinculación amorosa con la Tierra.
En Pedagogía de la Tierra de Moacir Gadotti, 2000, Siglo XXI



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